A finales del siglo XIX, Japón atravesaba un proceso de modernización e industrialización que hacía peligrar sus formas artísticas más tradicionales, entre ellas el ukiyo-e. Aquel universo de «imágenes del mundo flotante» poblado de cortesanas, samuráis, geishas y actores del kabuki -el teatro japonés- se veía amenazado por una creciente influencia de Occidente, que, por su parte y gracias a la experimentación de nuevas técnicas, materiales y formas de expresión, incorporaba elementos de la gráfica japonesa a la creación modernista.

Unos años más tarde, a inicios del siglo XX, una serie de artistas y editores reavivaban aquel arte tradicional japonés gracias al shin hanga, un movimiento artístico heredero del ukiyo-e que lograría preservar un espacio para la tradición de los grabados en el contexto de los nuevos tiempos dotándolos de una nueva sensibilidad.

En esta exposición, la Fundació Joan Miró acoge la obra de uno de los grandes maestros del shin hanga, Itō Shinsui (1898-1972), cuya actitud artística y estética nos ayuda a hacer evidentes, una vez más, las relaciones sutiles y profundas entre la obra de Joan Miró y el pensamiento y el arte japoneses. La observación tranquila de los objetos o la búsqueda de nuevas perspectivas capaces de desgarrar la influencia de las viejas imágenes y tradiciones forman parte de las coincidencias conceptuales y creativas entre ambos artistas.

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