Las primeras palabras de este escrito deben ser de agradecimiento para Fundación Japón por la maravillosa oportunidad ofrecida. A diferencia de países como Francia, Italia, Corea y China, entre otros, la investigación sobre cultura japonesa en España aún está desarrollándose y, aunque parece que lo hace con paso firme y decidido, todavía no se sitúa a la misma altura que los países citados en cuanto a infraestructuras, ayudas económicas, difusión, publicaciones, etc. En este sentido, Fundación Japón se presenta como un verdadero salvavidas con el que los investigadores en este campo siempre podremos contar para seguir creciendo.
El estudio de una cultura tan críptica como lo es en ocasiones la nipona, acompañada de uno de los idiomas más complicados del mundo, aunque promete un recorrido apasionante, en ocasiones puede tornarse difícil y tedioso. En este sentido, el programa de seis meses destinado a investigadores sobre temas japoneses en los campos de las humanidades y ciencias sociales plantea un punto de apoyo e inflexión muy valioso.
Durante este período hemos podido llevar a cabo nuestra investigación en el Centro de Fundación Japón-Kansai (Osaka) a la vez que realizábamos en paralelo un curso intensivo de lengua con unos profesores entusiastas, entregados y dispuestos a enseñarnos todo lo posible durante nuestra estancia. Esta enseñanza además, contó con algunas peculiaridades y es que estuvo dedicada por entero a nuestro perfil investigador. Así pues, además de proporcionarnos valiosos consejos y herramientas como por ejemplo el modo correcto de contactar con las universidades, profesores, artistas y el resto de personalidades referentes a nuestro campo, tanto los profesores como los miembros de la biblioteca del Centro nos instruyeron en el manejo de ciertas bases de datos y web dedicadas a la investigación en nuestras áreas.


 
Cabe especificar que aunque la estancia ofrecida por Fundación Japón representa una oportunidad inigualable para aquellos que, además de investigar necesiten perfeccionar el manejo del idioma nipón, se trata de una estancia exigente en lo que refiere al aspecto académico. Las clases, aunque amenas gracias al estupendo profesorado, son obligatorias y numerosas. Están adecuadas a cada una de las áreas que debimos perfeccionar para desenvolvernos en Japón: conversación, escritura, gramática y escucha. Al final de cada trimestre contamos con una serie de exámenes que nos ayudaron tanto a nosotros como a los profesores a valorar nuestros avances y aquellos puntos en los que flaqueábamos. Además de ello, semanalmente realizamos redacciones y pequeñas exposiciones para ir entrenando para el que sería el desarrollo de nuestro proyecto final. Así, la última semana de la estancia, debimos redactar y exponer en público los avances de nuestra investigación a lo largo de los seis meses.
A pesar de la exigencia en lo académico también hay que matizar que Fundación Japón nos garantizó un estupendo programa cultural lleno excursiones y visitas a museos, teatros y diversos monumentos. Además de ello, gozamos de dos períodos, de entre unos diez y quince días, dedicados exclusivamente para nuestra investigación, en los que pudimos viajar para recabar información y hacer las entrevistas necesarias. En este sentido, en mi caso, cuyo tema de investigación giró en torno al arte contemporáneo japonés y su relación con la subcultura nipona, poder llevar a cabo este trabajo de campo en los museos, galerías y bibliotecas de Tokio, resultó de lo más satisfactorio. Además pude entrevistarme con ciertas personalidades relevantes en el campo del arte nipón, lo cual supuso una gran ventaja de la que nunca hubiera podido disfrutar desde mi país. Toda esta información pasará a engrosar una parte importante de la tesis doctoral que en estos momentos me encuentro desarrollando en la Universidad de Salamanca sobre Estética y Teoría del arte japonés.



Como colofón decir que además del ámbito académico y cultural existen dos puntos importantes que hicieron de la estancia una experiencia magnífica: las instalaciones de Fundación Japón y las amistades con el resto de los miembros del programa. Las habitaciones, las aulas, los espacios para el descanso, karaoke y comedor estaban en perfectas condiciones y contaban con un mobiliario nuevo y confortable a nuestra total disposición. Por otro lado, la oportunidad de convivir con investigadores de todo el mundo: chinos, coreanos, americanos, europeos, etc., fue de lo más enriquecedor ya que, a pesar de que cada uno teníamos intereses diferentes todos pertenecíamos al campo de la investigación en temas sobre Japón. De entre todas las cosas valiosas que me llevé de aquella estancia, los buenos amigos que hice es sin duda una de las más importantes.
Por todo lo dicho anteriormente, no puedo dejar de recomendar a cualquier investigador interesado sobre Japón que opte a este programa de Fundación Japón.

Jaime Romero Leo